RINCÓN LITÚRGICO #17: LAVAR LOS PIES


Entre nosotros el lavatorio de los pies es un signo que se realiza exclusivamente el Jueves Santo. Esto ayuda a comprender su significado pues encaja dentro de la pasión de Jesús de su entrega, que comienza en la última cena, dándose a sus discípulos. Las lecturas de la misa de este día, nos ayudan a descubrir en profundidad lo que estamos realizando.

Por otra parte, se trata de algo que no es habitual en nuestro mundo descristianizado.

Lo que hizo Jesús.

Como sucede con otros textos de la Sagrada Escritura, hay varios niveles de comprensión.

En una primera interpretación, Jesús nos enseña la actitud de servicio que hemos de tener unos con otros, una conducta que es especialmente necesaria cuando se tiene algún tipo de autoridad. Jesús había dicho no he venido a ser servido, sino a servir. Ahora la enseñanza no es de palabra, sino con el ejemplo. El lavatorio de los pies terminará con unas palabra que van en la misma dirección: también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.

Pero estamos ya en los inicios de la pasión y de esta manera el lavatorio de los pies cobra un sentido nuevo y más profundo. El Cristo que “los amó hasta el extremo” va a demostrar este amor hasta el final. Ha entendido toda su vida como un servicio y ahora se dispone a entregarla en el momento supremo de su sacrificio pascual. 

La prueba auténtica de humildad y servicio va a ser la muerte en la Cruz, pero los gestos de la Última Cena –el lavatorio y sobre todo la donación de su propio cuerpo- quieren adelantar el misterio de la Pascua. Ponerse a lavar los pies es algo más que una lección de caridad fraterna.

Pedro no va a aceptar. Pero Pedro tampoco había aceptado antes el anuncio de la muerte de Jesús. También ahora rechaza la imagen de un maestro que se muestra como siervo y a él le parece de una manera indigna. Jesús le dice, una vez más, que no comprendía nada, pero que lo entendería más tarde.

A lo largo de la historia.

El lavatorio de los pies, a lo largo de los siglos, se ha entendido principalmente de dos maneras:

Signo de la caridad fraterna. 

Probablemente prosperó sobre todo este gesto en los monasterios, de mano de los monjes que lo realizaban como signo de hospitalidad para con los peregrinos y como rasgo de servicio mutuo entre los miembros de la comunidad. El XVII Concilio  de Toledo (694) dicta: “Cristo nos dio un magnífico ejemplo y tenemos que imitarlo”. Poco después el himno Ubi caritas acompañó este gesto haciendo así explícito su sentido.

No hay que olvidar que ya San Pablo nombra entre las cualidades que pueden ser su mejor recomendación la de haber lavado los pies a los hermanos (1 Timoteo 5, 10).

Signo sacramental del bautismo.

En los primeros siglos hay bastantes escritos que relacionan el lavatorio de los pies con el bautismo, de modo que se veía en el lavatorio de los pies no sólo un gesto de humildad y servicio, sino un signo de la purificación recibida en el bautismo. Con esta idea, en muchas iglesias se realizaba el lavatorio de los pies no el Jueves Santo, sino en la Vigilia Pascual, la noche bautismal por excelencia, y con frecuencia, antes del bautismo. La práctica no prosperó y ya en España hacía el año 300 (Concilio de Elvira) hay un decreto prohibiendo a los obispos y clérigos lavar los pies a los bautizandos.

Entre nosotros

El lavatorio de los pies y la entrega de Jesús en la Eucaristía, son como el prólogo de la entrega de Jesús en la cruz el Viernes Santo. De distinta manera, pero un mismo sentido, ambos signos apuntan a la entrega total de Cristo. No se pueden separar ambos signos. ¿Cómo podemos comer el Cuerpo de Cristo si no estamos dispuestos a servir a los hermanos? San Pablo indicará a los Corintios que lo que celebraban no era la “Cena del Señor”, pues les faltaba la caridad (Corintios 11).

Jesús termina ambos gestos con las mismas palabras: haced vosotros lo mismo….

De este modo también podemos comprender que el Jueves Santo no es una celebración separada del resto del Triduo Pascual, como si fuera un día de fiesta, un día aparte, sino que está íntimamente unido a toda la celebración pascual.

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