RINCÓN LITÚRGICO #7: EL AGUA BENDITA



Dios se sirve de elementos naturales para darnos su gracias. Es la forma de su pedagogía. Nuestras celebraciones están llenas de estos signos: pan, vino, agua, vestiduras especiales, etc.

Son signos porque no son la realidad que Dios nos transmite. Pero si que significan, indican, lo que Dios quiere transmitirnos. Por ejemplo: El pan que presentamos en la misa, y que es el alimento natural de nuestro cuerpo, se convierte en el elemento del que Dios se sirve para darnos su verdadero cuerpo, alimento de nuestra alma.

En nuestro sociedad, con su mentalidad científica, no es fácil comprender cómo funcionan los signos, o una cosa funciona y hace lo que tienen que hacer, o no funciona. Los signos son como mediadores, intermediarios que si en realidad no hacen lo que aparente,

 ¿para qué los queremos ?

Los signos también tienen el peligro de que nos quedemos simplemente en él, sin que consiga llevarnos a donde nos tiene que llevar. Así resulta que algunas personas, creyentes y religiosas, puedan quedarse en la superficialidad de hacer recibido o practicado un signo, como si por si sólo hiciera lo que es Dios en realidad el que santifica y da su gracia. Por ejemplo, cuando recibimos una bendición, y nos olvidamos de que es necesaria nuestra conversión según esa bendición.

El agua, signo polivante.

En el mundo natural, el agua tiene una gran importancia y por esta razón adquiere grandes significados. Tener agua, es signo de vida, de fecundidad, de limpieza, de frescor.

En la liturgia, en nuestras celebraciones también tiene varios significados:

- Purifica: el agua limpia y purifica.

Hablamos de limpieza, purificación interior (ya entendemos que el agua “no hace nada” en nuestro interior, sino que es la acción de Dios, que nosotros pedimos con el agua, y el agua es sólo el signo que nosotros vemos, porque lo que hace Dios, no lo vemos).

Es algo muy común en muchas culturas y religiones. Seguro que todos conocemos el rio Ganges, en la India, el Nilo, en Egipto, y entre los judíos conocemos rito de

purificación con agua. La misma historia del pueblo judío está muy relacionada con el agua, como cuando cruza el Mar Rojo dejando atrás la esclavitud, o pasa el río Jordán, y llega a la tierra prometida.

- Apaga la sed. De nuevo esta realidad de nuestra vida

material, se convierte en simbolo o signo de una acción

de Dios. El Antiguo Testamento ya indica esta realidad,

por ejemplo en el desierto, en la fuente de Meribá.

Pero es Cristo donde se lleva de este signo a un modo pleno. Los episodios, los simbolismos, las sugerencias, son númerosas.

El diálogo con la Samaritana.

La invitación a beber de Jesús: “El que tenga sed que venga y beba”.

El costado de Cristo del que brota el agua con la sangre.

En el sacramento de bautismo se recogen la mayoría de estos significados.

- Signo de vida, pero también muerte:

También aparece el agua como signo de muerte, como por ejemplo en el diluvio, o en el paso del mar rojo, o en el bautismo en el Jordán.

En el bautismo se da también un sentido de muerte, puesto que estar bajo el agua participar de la muerte de Cristo que estuvo sepultado.

El agua en nuestra vida cristiana.

Nuestra vida cristiana comienza con el bautismo. El agua que recibimos, junto con el Espíritu Santo, nos transforma en Hijos de Dios. El estar bajo el agua, y más si el bautismo se realiza por inmersión, nos recuerda que con Cristo tenemos que morir al mal, y comenzar un nueva vida de resucitados, es decir, de hijos de Dios, que viven a semejanza de Jesús su relación con el Padre.

Pasado este primer momento, en las distintas celebraciones del año, va a aparecer y vamos a recordar este momento.

- En la Vigilia de Pascua, donde se nos invita a renovar las promesas bautismal, y a proclama de nuevo nuestra fe.

- En cada domingo, sobre todo si se utiliza la aspersión con agua en el acto penitencial.

- Cada vez que entramos a la iglesia, donde recordamos tomando un poco de agua bendita que como bautizados, somos hijos de Dios, y entramos en la casa de nuestro Padre.

- En nuestra vida cotidiana, en la múltiples bendiciones que podemos recibir, como la nuestra casa, o nuestra familia, o los enfermos. El agua allí presente nos recuerda que hemos sido bautizado.

- En el día a día, donde algunos tienen la costumbre de santiguarse con un poco de agua bendita, recordado que son hijos de Dios.

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