La misa de cada domingo es principal en la vida de todo cristiano.
He aquí algunos consejos para vivirla un poco mejor.
Para que la celebración resulte en aburrimiento, cada vez que vayas a misa, vete con los cinco sentidos bien abiertos. Vas a encontrarte con Jesús; vas a escuchar lo que Él te dice; te vas a comunicar con tu Padre; vas a participar del pan que Dios nos da...
¡Va a ser un día importante en tu vida! ¡Es una cita singular la que tienes!
Una misa, bien presidida y bien celebrada, ayuda, lo sé. Pero, no está en manos de los que a ella acudimos el cambiar su estilo, cambiar a las personas que asisten y, menos aún, cambiar al sacerdote y su forma de comportarse o predicar. Acepta esto con convencimiento: las celebraciones eucarísticas de nuestras parroquias siempre dejarán mucho que desear, siempre podrán ser mejoradas para que dejen aparecer El Espíritu de la Última Cena.
Nuestras comunidades cristianas, pueden ser defectuosas o mediocres. Y en la Iglesia siempre habrá buenos y malos presidentes de la celebración, acéptalo y suprimirás una de las barreras que impide a algunos cristianos poner el acento en lo fundamental y disfrutar de la Eucaristía.
Pero, a la vez, piensa que detrás de cada celebración... está la presencia del Resucitado que llega hasta tí.
Este bello texto de Paul Jounel te lo explica mejor de lo que yo pueda hacerlo.
Esa asamblea, tan pequeña y tan pobre, como resulta algunas veces, es la imagen de la Iglesia... Ella es la Iglesia.
Y lo es, tanto en esas celebraciones con unos pocos fieles en invierno en una iglesia fría, como en las que aglutinan muchedumbres en los viajes del Papa a través del mundo, porque, en la asamblea, lo que importa ver y contemplar es lo invisible.
Permíteme que, te ofrezca seis consejos muy prácticos para que empieces a disfrutar de la misa. Pon en práctica, ya desde el próximo domingo, los dos o tres que consideres más importantes, y verás los resultados.
No te aburrirás nunca más. Saldrás, además, contento e ilusionado.
Seis consejos con garantía:
1. Mientras vas de casa a la Iglesia «prepara tu corazón». Piensa: «Voy a encontrarme con el Señor y con un grupo de hermanos en la fe; voy a escuchar a Jesús que hoy quiere decirme algo». Pregúntate: «¿De qué le voy a dar gracias a Dios? ¿Qué llevo en mis manos para presentarle hoy?»
2. Sé puntual y colócate en un sitio próximo al altar no en los últimos bancos. Que se haga visible la unidad de todos en la fe y en el amor.
3. Presta atención a las lecturas y a la predicación del sacerdote, y no juzgues si te parece que no es un buen orador, o que dice cosas sin sustancia. No te importe. Con toda certeza, Jesús te quiere decir algo a través de él y hasta te sorprenderá en más de una ocasión. Frecuentemente Dios dice grandes cosas a través de malos predicadores. Y sobre todo, no te dediques a charlar con la persona que tienes al lado, la distraes y también a los que tienes a tu alrededor.
4. Tras haber participado en la Eucaristía, en la comunión, aprovecha los instantes de silencio que se te ofrecen para hablar con el Señor, para darle gracias, para pedir fuerzas y programar la semana que vas a comenzar.
5. Por fin, márcate un pequeño compromiso para la semana próxima. Intenta, desde él, ser más fiel a Jesucristo.
6. Habla con cualquier sacerdote de tu parroquia, coméntale tu caso, lo que quieras. Te va a escuchar con sumo interés y vas a encontrar un gran amigo.
Algunos de estos consejos cambiarán radicalmente tu situación. Es una fórmula que te ayudará a vivir plenamente cada Eucaristía del domingo, sea como sea tu parroquia, se celebre como se celebre la Eucaristía a la que asistes, sea como sea la homilía del sacerdote.
Tiene la garantía de quienes la pusieron en práctica.
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