RINCÓN LITÚRGICO #12: LOS GESTOS DE HUMILDAD

En nuestras celebraciones comunitarias, quizás también en nuestra oración personal, no sólo oramos con nuestras palabras y con nuestros pensamientos, sino que se nos invita también a orar con nuestro cuerpo.  Destacan los gestos y posturas que expresan humildad. Son varias y muy distintas estas expresiones. Conviene conocerlas, reflexionar un poco sobre ellas y sobre todo, al llevarlas a cabo, que nuestro interior también sienta y esté en sintonía con lo que realizamos en el exterior, de lo contario mereceríamos el mismo nombre que ya se aplicaba a los fariseos.

LOS GOLPES DE PECHO 

Encontramos este gesto en el publicano (Lucas 18, 9-14) que nos describe Jesús que “no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador”. Es también la actitud de la muchedumbre que contempla la muerte de Cristo: “y todos los que había acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho” (Lucas 23, 48). Muchos santos son representados en actitud penitencia golpeándose el pecho. En la celebración de la misa, se nos invita al recitar el “Yo confieso”, a golpearnos el pecho. Golpearse el pecho es reconocer la propia culpa, apuntar a sí mismo, al mundo interior, que es donde se gesta el mal. Debe ser un gesto bien hecho, que debe ir precedido de nuestro reconocimiento interior de ser pecadores. Sólo así es posible realizarlo con pleno significado. 

LAS INCLINACIONES

Pueden ser inclinando sólo la cabeza o inclinando nuestro cuerpo. Expresan reconocimiento y respeto por el otro. No se usan sólo en la liturgia, sino también en nuestra vida social. En nuestras celebraciones la inclinación de cabeza la realizamos: ante una imagen sagrada, ante el obispo, al nombrar las tres personas divinas (Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo). La inclinación profunda o del cuerpo la realizamos ante el altar (a no ser que hagamos genuflexión porque está el Sagrario). 

LA GENUFLEXIÓN

Indica adoración y subraya todavía más que la inclinación el reconocimiento y respeto por el otro. Actualmente es un signo que realizamos para indicar la adoración a Dios, y lo realizamos delante del Sagrario y de la Eucaristía en la custodia. Durante el año litúrgico se realiza genuflexión al recitar el credo el día de la anunciación y el día de Navidad, en recuerdo del Verbo que se hizo carne. También el Viernes Santo, realizamos genuflexión para adorar la Cruz. 

ORAR DE RODILLAS

Es todavía más expresivo que la inclinación o la genuflexión. Tiene varios significados: puede indicar reconocimiento del propio pecado o también adoración, sumisión y dependencia, o sencillamente indica una oración profunda e intensa. Es una postura que encontramos numerosas veces en la Biblia, aunque en los primeros siglos no era habitual orar de rodillas. Incluso el Concilio de Nicea lo prohibió los domingos y durante el tiempo pascual. Es a partir del siglo XIII cuando se convierte en la postura más habitual para la oración, indicando también adoración.

GESTOS CON SENTIDO

Está claro que cualquier gesto que realicemos debe ir acompañado por la respectiva actitud interior. No insistiremos nunca lo suficiente en esto. Es en nuestro interior donde se realiza en primer lugar lo que luego realizamos con nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo, por otra parte, nos va a ayudar a que nuestra actitud interior sea la correspondiente. Cuerpo y alma van unidos y el uno y el otro se ayudan mutuamente. Lo importante es que exista sintonía entre el interior y el exterior. Aunque el exterior no es lo más importante, si puede ser una ayuda para nuestra actitud interior. 


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